¿Qué pasa con tu cuerpo?
Las hormonas juegan un papel crucial en la producción de leche. Las dos hormonas más importantes son la prolactina y la oxitocina, que se sitúan en una glándula del cerebro llamada pituitaria.
La prolactina es secretada por la glándula pituitaria desde que estás embarazada. Esta hormona se encarga de dar la señal a las células de las mamas para que produzcan leche.
Después, la oxitocina se encarga de dar la señal a las células para que liberen la leche hacia los conductos mamarios. La oxitocina comienza a secretarse durante el trabajo de parto, e incrementa su secreción cada que alimentas a tu bebé.
¿Qué pasa con tu bebé?
Si observas con atención a un bebé sano en el primer día de vida, te darás cuenta de que está muy hinchado y gordito. Esto se debe a que retienen líquidos, además de que tienen una generosa reserva de grasa.
Tanto la grasa como el agua retenida, sirven para compensar ese tiempo que te toma establecer una adecuada producción de leche aportándoles energía y líquidos.
Además, la capacidad del estómago de los bebés es de 5 ml en los primeros días, e irá aumentando conforme vas produciendo más leche.
¿Y la leche?
La leche se comienza a secretar en la última fase del trabajo de parto en forma de calostro.
El calostro es una leche muy espesa, de color amarillento, muy rica en proteínas y minerales. Se produce en pequeña cantidad, aproximadamente de 4 a 8 mililitros por toma, suponiendo que tu bebé come cada 3 horas, pero en los primeros días la cantidad puede ser mucho menor.
Recuerda que la capacidad gástrica de tu bebé también es muy pequeña. Después del sexto día de vida de tu bebé comenzarás a producir leche de transición, la cual es menos espesa y se produce en una cantidad de hasta 500 mL por día. Al cabo de dos a tres semanas de vida de tu bebé, vas a producir la leche madura, cuyo rango de producción es desde 600 hasta 1200 ml por día.
Como podrás ver, tu cuerpo y el de tu bebé se alinean para que tengas tiempo suficiente de establecer una producción adecuada de leche para tu bebé. Ahora que ya entiendes por qué no te sale leche, o más bien, te sale una pequeña cantidad, puedes estar tranquila de que vas por buen camino y no tienes por qué frustrarte.